Línea editorial: guía y perdición del periodista
Cuando la gente se entera de que soy periodista la conversación deriva inevitablemente a una discusión acerca de lo mentirosos que somos. Y es que las personas ajenas a este oficio no se paran a pensar en el hecho de que los informadores no vivimos en una burbuja y además tenemos que respetar la línea editorial que nos dictan otros. ¡Qué remedio si somos asalariados!
Cualquiera que se mueva por el mundillo mediático sabe definir línea editorial. Pero por si acaso algún profano en la materia tropieza con este artículo y le interesa aclararse las ideas baste decir que este término hace referencia al enfoque o sesgo ideológico que un medio le da a la actualidad.
En definitiva, la línea editorial se compone de una serie de principios y normas que marcan la importancia y el tratamiento que se le otorga a las noticias. Los periodistas estamos obligados en todo momento a tener presente en qué medio trabajamos y cuál es su ideología.
Para que os hagáis una imagen más precisa si cabe de lo que estoy hablando voy a haceros una pregunta. ¿Quién creéis que dará mayor cobertura al caso de los ERE irregulares de la Junta de Andalucía el ABC o EL PAÍS?
¿Ya habéis respondido? Si inmediatamente se os vino a la cabeza el ABC estáis en lo cierto. De todos es sabido que este periódico siempre se ha mostrado afín al Partido Popular por decirlo de un modo suave. Por consiguiente, cualquier noticia negativa sobre los socialistas será explotada hasta la saciedad.
¿Significa esto que el ABC es perverso por no dejar en paz a los pobres ex presidentes de la Junta de Andalucía? Por supuesto que no. La corrupción, desgraciadamente, es un tema en boga en estos días y cualquier periodista que se precie debe procurar destaparla e informar a la gente.
Como hemos visto, escapar de la línea editorial es imposible para el ciudadano de a pie. Sin embargo, no todo está perdido porque al menos puede elegir qué medios quiere ver y cuáles no. ¡Parece que sólo manipulan los periodistas que defienden una postura contraria a la nuestra! Vaya casualidad, ¿eh?
El periodista en cambio no tiene tanta suerte. Si quiere ganarse la vida tiene que tragarse sus principios más de una vez en favor de la línea editorial de su medio. ¿Cuántos compañeros de profesión habéis tenido que cambiar un titular o el sentido de una noticia porque vuestro jefe os lo ha pedido?
Estoy segura de que a muchos nos ha ocurrido eso alguna vez. Todavía recuerdo uno de mis primeros días en un diario madrileño. Tenía que escribir una noticia sobre la SGAE y, aquí puedo contarlo sin problemas, esa organización no me entusiasma demasiado.
Redacté la noticia lo mejor que pude pero fui incapaz de no escribir un titular muy crítico en el que quedaba patente que no estaba de acuerdo con lo que la SGAE defendía. Juro que intenté ser objetiva pero el caso es que hay que hilar muy fino para que no se note de qué pie cojea una cuando escribe algo.
En fin, envié la noticia a los correctores y como cabría suponer mi jefe me hizo repetir el titular. Cosas de la línea editorial. Los periodistas estamos llamados a respetarla para conservar nuestro puesto de trabajo y esta misma circunstancia es la que provoca que la gente nos cuelgue la etiqueta de embusteros.
Sinceramente, aunque en ocasiones resulta un incordio, no creo que haya nada de malo en seguir una línea editorial determinada. Es curioso que a medios y periodistas se les exija que sean neutrales y objetivos cuando esas virtudes están fuera del alcance de todos los mortales.
Todo el mundo tiene una opinión, una forma de entender el mundo y lo que sucede en él. La línea editorial no es más que una herramienta que el medio y los periodistas emplean para organizar y estructurar los acontecimientos que difunden.
Podéis seguir opinando que las noticias son una sarta de falsedades pero al menos ahora entenderéis mejor por qué. No se trata de ninguna teoría de la conspiración. ¡Es la línea editorial que condiciona la labor de los periodistas igual que la ideología condiciona los puntos de vista de cualquier otra persona!