La OMS quiere prohibir el tabaco en los medios
Ayer mientras veía el telediario me sorprendió la noticia de que la OMS pretende que las películas en las que aparezca gente consumiendo tabaco no sean aptas para los menores de edad. No soy de la liga pro fumadores precisamente pero es que hay cosas que rayan en el absurdo.
A ver, hace algunos años ya que asistimos a un proceso en el que el tabaco ha ido desapareciendo de la publicidad de los medios de comunicación con independencia de que se trate de la prensa, la radio, la televisión o los portales informativos de Internet. Y sin embargo, aquí estamos a vueltas con lo mismo una vez más.
Parece ser que alguien se ha dedicado a rescatar unos estudios del año 2001 de un tal Stanton A. Glantz que trabajó en la Universidad de California. Voy a citar parte del escrito que viene reflejado en la página web de esta universidad estadounidense según algunos medios porque no tiene desperdicio:
Supuestamente, «Hay suficientes evidencias científicas para concluir que existe una relación causal entre las representaciones del hábito de fumar en las películas y el inicio del consumo de tabaco entre los jóvenes”.
¡Toma ya! ¡Y se quedan tan anchos! Para los que hayan estudiado o leído algo sobre Teoría de la Comunicación ha de decir que en estados Unidos tenían una especial afición en durante la primera mitad del Siglo XX a analizar los mensajes de los medios desde una óptica de estímulo-respuesta.
En otras palabras, en el contexto de dos guerras mundiales era muy importante poder influir en la opinión pública y se creía que los medios de comunicación eran omnipotentes en ese sentido.
Pero tengo una noticia para la OMS y esos que apuntan a un aumento de los fumadores entre a juventud estadounidense. El modelo de Lasswell y de tantos otros insignes padres de la comunicación moderna ha quedado obsoleto.
Vamos, que establecer una relación de causalidad entre el consumo de tabaco y el visionado de películas en las que haya personajes dándole una calada a un cigarrillo es una soberana tontería.
En mi opinión, más que a a una campaña anti tabaco estamos asistiendo a un recorte de la libertad de expresión de los cineastas y de la sociedad en general. Nos dicen qué ver y qué pensar desde nuestra más tierna infancia y no es que nos inculquen valores sino que pretenden que estemos en una burbuja de cristal a salvo de la cruda realidad.
Porque la realidad es que el tabaco está presente en la calle. La compra y el consumo de este producto es completamente legal así que no es rato que un niño vea gente fumando en un momento o en otro aunque esta práctica haya quedado erradicada de los centros educativos y sus alrededores.
También hubo un tiempo en el que se daba bastante la lata con el hecho de que los contenidos violentos de la tele o los videojuegos iban a provocar que la juventud viera con buenos ojos hacerse valer usando los puños y no ha sido así.
Es más, siempre que he leído un artículo en este sentido el texto acababa concluyendo que no hay una relación directa entre videojuegos y violencia juvenil. ¿Por qué el tabaco iba a ser diferente entonces?
A mí alguien que viene y me dice que lo mejor es editar Casablanca para que no salga Humphrey Bogart fumando de entrada me parece un intolerante y un inculto que quiere tirar piedras sobre la historia del cine.
El cine y los demás medios de comunicación son agentes de socialización pero no son los únicos capaces de influir en la conducta de los niños. El colegio, los padres, los amigos también son fundamentales.
En resumidas cuentas, espero que este tipo de medidas no lleguen a buen puerto porque entonces la juventud va a perder la oportunidad de disfrutar del cine de calidad, de los grandes clásicos y de las nuevas obras maestras más interesadas en contar historias interesantes que en dar al espectador una visión edulcorada y alterada de la sociedad en la que vivimos.