Autor: maoredia

Trabajar gratis: una gran oportunidad

Trabajar gratis: una gran oportunidad

A trabajar gratis se le llama esclavitud de toda la vida.
A trabajar gratis se le llama esclavitud de toda la vida.

Hace poco se me cayeron dos lagrimones cuando vi una oferta de empleo ideal para un periodista… para trabajar gratis. Naturalmente, la empresa que había puesto el anuncio en busca de personal hablaba de una pasantía no remunerada. Una forma muy fina y educada de avisar a los posibles candidatos de que no van a ver un euro ni por asomo.
Recapitulando lo que se ve en la imagen podemos decir que se requerían personas con ciertos conocimientos en varias materias: “blogs, redes sociales, creación de contenidos corporativos, páginas web, redacción de catálogos, creación publicitaria, diseño y difusión de campañas”. ¡Oh, y además es imprescindible buen nivel de inglés! Yes, boss…
Ufff… ¿En serio? Esta empresa no sólo busca a alguien dispuesto a trabajar gratis sino que encima tiene que ser una persona que pueda sacar adelante ella solita la misma carga de trabajo que una PYME.
De acuerdo, en la misma oferta se ve que no se requiere experiencia… ¿Y a nadie se le ha corrido que es imposible hacerse cargo de ámbitos tan diversos sin tener ni idea de ninguno de ellos? ¿Y qué significa eso de que los aspirantes han de tener interés en las materias antes mencionadas? ¿Acaso les van a dar un curso de formación una vez contratados?
Que alguien me explique que tienen que ver la redacción de contenidos corporativos con las páginas web o la creación publicitaria. ¿En qué campo se inscribe esta genial oferta para trabajar gratis? Quizá en la publicidad, el diseño, la redacción de contenidos o el servicio técnico…
Yo soy periodista. La redacción de contenidos y los blogs son mi campo pero por favor que nadie me pida que haga un diseño web o que desentrañe los fallos de un servidor. Ser proactiva y estar en un constante reciclaje profesional es el pan nuestro de cada día pero tampoco hay que pasarse.
Me hace mucha gracia, por decirlo de alguna manera, que los empresarios se agarren a la excusa de las prácticas para hacer trabajar gratis a sus empleados. A todos nos han dicho aquello de: “¡Pero si esta oferta de empleo es una gran oportunidad aunque no cobres! ¿Y si la empresa fuera tuya no lo harías?
A ver… la dedicación y el esfuerzo en el ámbito laboral tienen que compensarse. Y se esta compensación se realiza por medio de una transferencia bancaria a principio de mes mejor que mejor. Si la empresa fuera mía tendría que trabajar gratis hasta conseguir beneficios pero lo haría en pro de mi futuro y no para que mi jefe se vaya a Nueva York a mi costa.
En mi opinión, ni siquiera los estudiantes deberían trabajar gratis. Es cierto que no suelen cargas familiares pero también tienen derecho a no gastar dinero de su bolsillo en el transporte para ir a la oficina y a despilfarrar el resto de su sueldo como estimen conveniente, que para eso se lo han ganado.
Por si a algún empresario no le ha quedado claro… trabajar gratis es la esclavitud del siglo XXI. Si alguien no tiene la formación adecuada para un puesto pues se la das con un contrato en prácticas que se cobra poco pero algo es algo. Y si esto no es posible pues se contrata a una persona con el perfil necesario y se le paga un salario justo por su talento y sus aptitudes laborales.
Los periodistas solemos caer mucho en la trampa de trabajar gratis para cualquier medio de comunicación que se tercie. Sobre todo cuando se está estudiando o se acaba de salir de la facultad con el título debajo del brazo. Pero no os engañéis… trabajar gratis no es un chollo porque el jefe que no te paga desde un primer momento nunca lo hará. ¡No os dejéis manipular!

El mal uso del lenguaje español

El mal uso del lenguaje español

Los periodistas no hacemos un mal uso del lenguaje intencionadamente.
Los periodistas no hacemos un mal uso del lenguaje intencionadamente.

El lenguaje es la principal herramienta del periodista. Por eso, manejar las reglas ortográficas y gramaticales para escribir y hablar con propiedad es fundamental para todo buen profesional de los medios. Sin embargo, la calidad de las piezas informativas a veces brilla por su ausencia y algunos ven detrás de este hecho siniestras maquinaciones.
En mi opinión, hoy en día se está pisoteando al lenguaje sin miramientos. El problema es que la mayoría, claro está, se dedican a señalar a los medios y a los periodistas que trabajan en ellos como principales culpables del mal uso de nuestro idioma que se hace no sólo en la calle sino también en las supuestas nuevas obras literarias y académicas. Qué fácil es ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio…
El otro día, me llegó un texto a través de las Redes Sociales escrito por una profesora que criticaba la actitud relajada del sistema educativo ante la creciente ignorancia del alumnado español en materia de ortografía y gramática.
No voy a reproducir íntegramente ese escrito aquí. Baste decir que coincido con la autora en que la lectura es la mejor medicina contra el desconocimiento del lenguaje y en que es una pena que el Ministerio de Educación se preocupe más por el número de aprobados que por la mejora de la enseñanza. No obstante, una de sus afirmaciones hizo que me hirviera la sangre y esa sí que voy a citarla:
“Nuestros políticos y muchos periodistas (…) hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes ( a ellos y a sus seguidores)”.
Si alguien ha estudiado periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla al igual que yo entenderá lo que voy a decir… Quién es capaz de aprobar Lengua española: Norma y uso se merece un asiento en la RAE. Su conocimiento del lenguaje y sus entresijos es exquisito.
Por otra parte, el lenguaje es una construcción social y como tal es lógico que se vea influido en mayor o menor medida por la corriente de pensamiento imperante. Eso se llama evolución lingüística y los periodistas no tenemos la culpa de que las cosas funcionen así. ¿Quién sabe que giros o qué palabras presentes hoy en nuestro vocabulario caerán ene le olvido dentro de cientos de años?
Personalmente, espero que no trascienda nada sobre estudiantas y artistos. Mi corrector ortográfico se está volviendo loco ahora mismo y se resiste a dejarme escribir esto así que no parece probable que caigamos tan bajo en el uso del lenguaje.
Además, lo que más me asombra y me molesta de este tema es que a la gente siempre se le olvide que el estilo de redacción de un periodista y el lenguaje que emplea suele estar condicionado por exigencias laborales. Cuando se escribe para un medio una nunca es realmente dueña de sus artículos… ¡Menos mal que los blogs personales nos permiten cierto desahogo!
Generalmente, los periodistas también amamos el lenguaje. Nos gusta escribir y mucho. De no ser así, más vale que cerremos el editor de texto, apaguemos nuestros ordenadores y concertemos una cita con un orientador laboral.
No me hace mucha gracia que se afirme que escribimos mal a sabiendas para manipular a la población. No hay informador en el mundo que se levante por la mañana pensando que es más listo que nadie porque es capaz de engañar a su público cambiando dos palabritas de una frase.
¿Es que nos hemos vuelto locos? La influencia de los medios en el lenguaje y en los demás ámbitos y de nuestra vida diaria es un elemento importante pero no es absoluta. Quiero pensar que tanto los periodistas como la audiencia todavía conservamos nuestro cerebro y sabemos utilizarlo.
En conclusión, el lenguaje no es propiedad exclusiva de políticos y periodistas sino que pertenece a toda la sociedad. Cuidar la riqueza del español o destruirla es cosa de todos. En nuestras manos está evitar que nuestra lengua se convierta en un galimatías sin sentido porque la palabra es el mejor vehículo para las ideas.

La colaboración periodística da sus frutos

La colaboración periodística da sus frutos

 La colaboración periodística es fundamental para los medios.
La colaboración periodística es fundamental para los medios.

La colaboración periodística viene existiendo desde los mismos orígenes del apasionante oficio de comunicar. Siempre ha habido escritores y reporteros en busca de noticias para venderlas al medio que esté dispuesto a pagar más por ellas.
Sin embargo, la colaboración periodística hoy en día ha alcanzado otro nivel. A los informadores ya no sólo nos interesan las ganancias en metálico sino algo mucho más difícil de conseguir: la visibilidad de nuestro trabajo.
En este sentido debo decir que me siento muy afortunada. Este verano llegué a un acuerdo con Wadi-as, una publicación asociada a Andalucía Información, para que mi artículo titulado “Los juegos de mesa enseñan historia” viera la luz en su edición en papel.
Como responsable de comunicación de Ludoscopia el motivo que me impulsó a buscar esta colaboración periodística no era otro que difundir las muchas alternativas para el ocio y la educación que ofrecen los juegos de mesa.
Aunque los periodistas vivimos por y para la era digital no hay que subestimar el valor de ver uno de nuestros artículos impreso en las páginas de un periódico con un gran grupo de comunicación detrás.
Aunque parezca cosa de unos pocos nostálgicos la magia del papel todavía existe. Nada como ver algo publicado en un medio físico para que dichas palabras gocen de mayor credibilidad y reconocimiento.
El problema es que en la actualidad no todo el mundo distingue la colaboración periodística de la publicidad y por lo general se piden cantidades exorbitantes para que un texto vea la luz en un medio físico tradicional.
En mi opinión, esto empobrece terriblemente la información. Además, tampoco hay que olvidar que los medios son empresas al servicio de la ciudadanía que han de facilitar el desarrollo de una sociedad en la que no sólo tengan cabida las voces de unos cuantos privilegiados.
¡Pero no hay que desesperar! Siempre habrá gente dispuesta a abogar por la colaboración periodística, la diversidad y la difusión de la cultura. Escribir, escribir mucho y no cansarse nunca de mandar nuestros artículos a quién sea son las claves para conseguir una colaboración periodística que dé un empujoncito a nuestra imagen.
De nada sirve ser un periodista excelente si no se buscan los cauces para enseñarles a los demás nuestras aptitudes, aquello que sabemos hacer realmente bien. La colaboración periodística es una herramienta básica en este sentido porque hace posible que nuestro mensaje llegue a un público más amplio.
A todos los periodistas que hayan terminado la carrera hace poco o que estén a punto de lograrlo les digo una cosa: ¡ánimo y suerte! Nunca se sabe que puertas se abrirán tras una colaboración periodística pero lo que sí es cierto es que en esta profesión hay que aprovechar todas las estrategias a nuestro alcance para labrarnos una buena reputación.

Artículos de listas: ¿Prácticos o simplones?

Artículos de listas: ¿Prácticos o simplones?

Los artículos de listas son muy populares.
Los artículos de listas son muy populares.

Hoy en día los artículos de listas han conquistado la red y están por todas partes. ¡Diez consejos para viajar con niños! ¡Siete películas de terror que no te puedes perder! Por supuesto, esta tendencia tiene sus detractores y sus defensores pero la pregunta es: ¿Para qué sirven en realidad este tipo de textos?
Cuando se habla de artículos de listas no hay término medio. Lo normal es que la gente los odie o los adore. En mi opinión, ambas posturas son un poco exageradas porque todo depende de lo que el usuario esté buscando.
La crítica más repetida acerca de los artículos de listas es que la información que proporcionan al lector es demasiado simple. Eso es verdad, pero los autores lo sabemos perfectamente y tampoco pretendemos sentar cátedra cuando los escribimos.
Los artículos de listas deben entenderse como una guía para el lector. Por ejemplo, la entrada que colgué hace tiempo dando consejos para los locutores de radio no va a convertir a nadie en el siguiente Carlos Herrera. Lo siento mucho si alguno se había hecho grandes ilusiones.
Mi intención no era otra que dar una serie de directrices básicas para que aquellos realmente interesados en la locución radiofónica tuvieran un punto de partida para seguir ahondando en el tema por su cuenta.
Los artículos de listas sobre asuntos prácticos, como por ejemplo recomendaciones para combatir el estrés laboral, están hechos para que el lector se haga una idea general con sólo echar un vistazo. La lectura de estos textos, por lo tanto, ha de ser siempre fácil y amena sin entrar en aspectos demasiado técnicos o específicos.
Sinceramente, creo que los que hablan mal de los artículos de listas por su simplicidad no se paran pensar que para convertirse en un auténtico experto en algo no es suficiente con leer un par de blogs. Apuntarse a un curso online sería algo más productivo.
De todas maneras, tampoco hay que olvidar que la mayoría de los artículos de listas están orientados al ocio. Yo misma he hecho unos cuantos en Ludoscopia hablando sobre juegos de mesa alrededor del mundo o sobre qué juegos llevarse a la piscina o a la playa en verano.
Esta clase de textos tienen la utilidad que una le quiera dar. Si una persona tiene claro que una buena baraja de cartas española es lo único que necesita para pasar los ratos muertos debajo de la sombrilla de playa no hay más que hablar. Es que ni se va a molestar en echarle un vistazo a mi entrada. Sin embargo, para otros sí que puede resultar interesante.
Según yo lo veo, el auge y la proliferación de los artículos de listas se deben al hecho de que son rápidos y fáciles de escribir y muy cómodos de leer. Vamos, que aquí todo el mundo ha contribuido en mayor o menor medida al éxito de dichos artículos.
Como conclusión puede decirse que los artículos de listas no son la quinta esencia del periodismo ni el camino para alcanzar la sabiduría y el conocimiento. Pero tampoco sería justo negar que son útiles en cierta medida y que su lectura resulta cuando menos entretenida. Sólo el tiempo dirá hasta cuándo durará su popularidad.

La opinión pública en los medios

La opinión pública en los medios

La opinión pública se compone de múltiples voces.
La opinión pública se compone de múltiples voces.

Hoy me he levantado con ganas de hablar sobre la influencia de los medios de comunicación en la formación de la opinión pública. O dicho de otro modo y con palabras menos grandilocuentes: ¿Condicionan los medios nuestros modos de pensar?
El otro día, haciendo un poco de zapping mañanero para ver algo en la tele mientras desayunaba, escuché un comentario en un debate que me hizo mucha gracia. Estaban hablando sobre las elecciones catalanas del 27-S.
Alguien apuntó que el actual auge del debate sobre la independencia de Cataluña se debe a que la Generalitat ha invertido una gran cantidad de dinero en anuncios y campañas sobre este asunto.
Inmediatamente, otro tertuliano replicó escandalizado que si los españoles éramos tan tontos como para que nos manipularan de una manera tan vil y descarada. Pues mira por dónde yo pienso que sí. Con ciertos matices, claro. ¡Y que nadie se ofenda porque yo también me incluyo en el saco!
A ver, para no llevar a ningún lector a confusión creo que es conveniente hacer un paréntesis en el artículo e introducir una pequeña definición de opinión pública. Este concepto puede traducirse como los diversos puntos de vista de la sociedad sobre un tema de interés.
Por supuesto, la opinión pública no es estática y puede cambiar con el paso del tiempo. Hace no tantos años, por ejemplo, habría sido inaceptable que una mujer se incorporase al mundo laboral y prefiriera triunfar en su carrera a tener hijos y fundar una familia.
Como todos sabemos, los medios de comunicación están muy presentes en nuestra vida diaria por lo que son instrumentos excelentes para sondear y orientar a la opinión pública. No quiero decir con esto que sea imposible tener ideas propias.
Pero el constante bombardeo informativo a base de comunicados de prensa, telediarios, Redes Sociales y artículos en páginas web hace que sea una quimera no dejarse influir hasta cierto punto por la opinión pública mayoritaria.
Teniendo en cuenta que el espacio y el tiempo del que disponen los medios para informar siempre son limitados no es de extrañar que pongan el énfasis en unas noticias y desechen otras. Y esta es precisamente la causa de su gran peso en la formación de la opinión pública.
Al final, todos acabamos centrando nuestra atención en unos pocos temas de actualidad y absorbemos en mayor o menor medida los puntos de vista que nos trasladan los medios. Vale, es cierto que cualquier persona tiende a prestar más atención y a otorgar mayor credibilidad a aquellas ideas que le son afines pero aun así nadie es inmune a los Mass Media.
Aunque parezca mentira, una cosa son las ideas individuales de cada uno y otra muy distinta la opinión pública que al final sale a la luz. En los debates sociales las posturas tienden a polarizarse en bandos muy definidos mientras que la gente de la calle muestra una actitud más abierta y diversa ante los detalles y pequeños matices de opinión.
En suma, la formación de la opinión pública no es algo racional. No es que los españoles seamos tontos pero en cierto sentido es inevitable dejarse arrastrar por la corriente del pensamiento dominante que trasladan los medios.
Sé que es duro de aceptar pero el libre acceso a la información no es garantía de una opinión pública libre y plural. Al final, las voces y problemas sociales que no aparecen en los medios no existen y nuestras grandes preocupaciones diarias se deciden cada mañana en las reuniones de redacción.